HERMANAS

Ayer domingo me tocó llevar a mi hermanita al cumple de mi sobrina, como siempre y por casualidades de la vida nos vestimos muy parecidos, las dos con legins y blusas largas, mientras la molestaba y le decía que era una copiona íbamos caminando y pensé que mucha gente creería que era mi hija.

He de comentar que Ainhoa y yo nos llevamos 16 años de diferencia y claro yo tengo edad suficiente para ser su madre. Recuerdo que yo iba a recogerla a la guardería saliendo del instituto con mi mochila y todos mis libros, la gente me miraba y comentaba que que madre más joven era y a mi me tocaba explicarles que era mi hermana.

Siempre me he preocupado por sus cosas de la guardería y ahora del colegio sobre todo porque están en catalán y mi madre no siempre se entera del todo. Soy yo la que habla muchas veces con las profes y siempre me preguntan que ¿Quién soy?. Porque ella les habla de mi y algunas piensas que tengo 10 años y otras me ven y creen que soy la madre.

Muchas veces es divertido cuando vamos las tres y todos piensan que mi madre es mi hermana o que mi hermana es mi hija. Por ejemplo mi madre lleva a mi hermana a la peluquería y saca cita para mi y cuando llego dice: Ya llegó mi otra hija. La peluquera se sorprende y nos mira raro, a pesar de que mi madre me tuvo con 22 años, o sea que tampoco me tuvo tan joven como se piensan.

He de reconocer que cuando me enteré que tendría un hermano, porque en teoría iba a ser niño, la idea no me emocionó mucho, cuando la ví no me cayó muy bien porque la verdad es que era feita y no hacía nada, como todos los bebes recién nacidos.

Me molestaba tener que cuidarla o que mi abuelo la cargará siempre, pero fue creciendo y poco a poco se fue ganando mi amor, hasta que me enamoré de ella, no puedo decir que haya sido amor a primera vista porque no lo fue, pero si puedo decir que ahora moriría por ella.

verano '08

Mi "niña del mal", como la llamaba de pequeña se convirtió en mi "cara de bolita", mi "spaguetti" molestosa que rompe todos mis collares y pulseras, que usa y destroza mi maquillaje, que cada noche se viene a despedir de mi antes de irse a dormir.

Ahora es aquella princesa poseida por Hanna Montana que me obliga a cantar con ella, que se roba mis chocolates y me pellizca cuando se enoja. Aquella a la que consiento y corrijo, a la que enseño las jergas peruanas a escondidas de mi mamá, esa niña preciosa que hace que me duela el estómago por reirme tanto de sus ocurrencias, esa que aprendió a leer a los 5 años y que es lista como ninguna.

A esa niña de melena negra, que habla como una vieja a la que yo le debo mis momentos más felices, por la que me quedé en Barcelona, porque no me veo viviendo lejos de ella, a ella va este post. Por ser mi mejor regalo, por dejarme ser su hermana.