Si hay algo que me gusta de Barcelona es lo cosmopolita que puede llegar a ser. En la universidad he conocido a personas de diferentes nacionalidades, aunque en general tengo amigas nórdicas, por ejemplo tengo una amiga polaca, otra eslovaca, una alemana, una sueca y hasta una finlandesa, soy la única morena del grupo y parezco un punto de canelita en una olla de arroz con leche. (Analogía hecha por Jos)
Conocer gente de tantos lugares tiene sus ventajas porque conozco formas de pensar y de ver la vida, bastante alejadas, en muchos casos, de las típicas ideas sudamericanas. También puedo probar comida de muchos tipos, como hoy. Magda, mi amiga la polaca, me trajo de su viaje unos pasteles y unas empanadas deliciosas. No sé los nombres pero ya los averiguaré.
Yo le hablo sobre las olas del mar, ella me cuenta sobre sus verdes prados, yo le cuento sobre el tráfico de Lima y ella me dice que su padre se ha comprado un nuevo caballo. Ella me explica el frío que hace por allá en invierno y yo le cuento sobre nuestra "garua" invernal.
Recuerdo que en una conversación ella me comentó que en polaco no se dice: "Eres mi media naranja" sino "Eres mi media manzana". Yo le explico que significa "pucha" mientras le digo que "ahorita" acaba de pasar un perro que parece un "chanchito".
Ambas nos enriquecemos con cada conversación que tenemos, porque antes de conocernos una apenas sabía donde estaba el país de la otra.
Quiero que la gente sepa cual es la capital de Perú, que sepan que tenemos costa, sierra y selva, que los peruanos somos una mezcla de razas y que allí radica nuestra belleza y encanto, que reconozcan nuestra gastronomía y nuestro arte.
Porque creo que ese es nuestro deber, dar a a conocer a nuestro país. Porque señores esa es otra forma de hacer patria.
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